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Cada año cientos de trasatlánticos llegan cargados con miles de turistas a los muelles de la ciudad croata de Dubrovnik, la Perla del Adriático. Pero pocos de esos turistas conocen que, tras las colinas en las que se asienta esta hermosa ciudad, se encuentra un tranquilo valle que en septiembre de 1991 se convirtió en el centro de operaciones del Ejército Nacional Yugoslavo y los chetniks (paramilitares serbios y montenegrinos) durante el asedio a la turística ciudad costera, y el lugar donde comenzaron los primeros disparos de la guerra de Bosnia i Herzegovina. Esas colinas que hoy separan BiH de Croacia siguen siendo, 20 años después del fin de la guerra, un gigantesco campo de minas antipersona que ahora sirve para frenar la inmigración ilegal y el contrabando.

 

 

Con motivo del XX aniversario de la firma de los acuerdos de paz

que pusieron fin a esa guerra “física” en el país

© Lucas Garra Photography

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